Un tesoro para el organismo
Con un poder antioxidante, revitalizante y nutricional los germinados se están haciendo cada vez más presentes en las cocinas y el buen comer de muchos comensales.
Las semillas, al ponerse en remojo, duplican su volumen, la cáscara se ablanda y se abre, y las enzimas se activan gracias al agua y al oxígeno. Las vitaminas se multiplican igualmente y los minerales se vuelven más fáciles de asimilar. Además, se activa la clorofila, de alto poder antioxidante.
A los pocos días de conservarlos en un ambiente húmedo y cálido, los brotes se van alzando hacia la luz en un proceso de intensa labor metabólica que transforma y aumenta los nutrientes que atesoran los granos en su interior.
Se puede germinar la mayoría de semillas, incluidos los cereales y las legumbres, que podrían considerarse categorías en sí mismas, con tiempos de remojo y crecimiento diferentes.
Semillas: fenogreco, rábano, remolacha, cebolla, puerro, girasol, calabaza, mostaza, sésamo, berro, alfalfa... El remojo ha de ser suave para que no se enmohezcan y se pudran.
Cereales: trigo, avena, trigo sarraceno, cebada, mijo y arroz. Necesitan algo más de remojo, salvo la avena.
Legumbres: lentejas, judías mungo, soja, garbanzos, alubias... Son más duras, por lo que el remojo ha de ser mucho más largo. Conviene escaldarlas ligeramente tras la germinación. Germinadas son más fáciles de digerir que secas.
Pueden formar parte de diferentes platos: ensaladas, bocadillos, tortillas, verduras, cereales...
¿Sabes cómo preparar un germinado de lentejas? Desde la Fundación PANACA nos comparten este video, clic y a disfrutar.
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